POISON
“Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo…del miedo al cambio.”
-Octavio Paz
A todos los que somos emprendedores y empresarios nos lo han ofrecido. Amigos, familiares, conocidos y desconocidos. Algunos de manera inconsciente y otros muy conscientes de ello.
Por: MillionGirl
Todo emprendedor y empresario tiene que saber distinguirlo para evitar envenenarse. ¿Cuál es ese veneno?, ese veneno se conforma de envidia y frustración por aquellas personas que no han logrado algo y que al mismo tiempo tampoco quieren que alguien más lo haga. Así es que si te dicen frases o comentarios como los que escribiré a continuación, ten por seguro que no son para ayudarte.
- ¡Que idea tan tonta y ridícula!
- No pierdas el tiempo en tonterías.
- Búscate mejor un empleo
- Piensas muy en grande. Nunca lo vas a lograr.
- Muchos lo han intentado y han fracasado.
- ¿No te da miedo?
- ¿No te da pena?
- Mejor vete a lo seguro
- Yo que tú me quedaba como estoy. ¿Para qué te arriesgas?
- Necesitas muchísimo dinero para empezar.
- Vas a perder todo lo que tienes.
- ¡Uy! Eso que quieres hacer es súper difícil. Muy complicado.
- Ya estás grande para emprender.
- Estás muy joven para emprender.
- Es un niño, no le hagas caso, no tiene idea de lo que es la vida.
- Pero si tú no sabes nada de negocios. Ni la escuela terminaste.
- ¡Estás loco!
- Emprender no es para cualquiera. Ya se nace con ese talento, y definitivamente tu no lo tienes.
- ¡Tanta escuela para que termines de emprendedor!
- Necesitas muchísimos contactos importantes y tú no conoces a nadie.
Y la lista podría seguir… seguro que una o más de las anteriores se las ha dicho alguien pero, como emprendedores y empresarios que somos, no debemos dejarnos inyectar ese tipo de veneno. Debemos mantenernos protegidos y en caso de haber ingerido un poco, tener a la mano siempre nuestra –pasión-como antídoto.
Citando a Erich Fromm: “El veneno, es veneno aunque venga en píldoras doradas”
Un beso!
MillionGirl
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En nuestro país la envidia, disfrazada de prudencia, mantiene una eterna alianza con la mezquindad y la estupidez. Cuando alguien se eleva sobre los demás, pocas veces resulta admirado. Me gusta la fábula de Juan Eugenio Hartzenbusch: “En el silencio de la noche oscura sale de la espesura incauta la luciérnaga modesta, y su templado brillo luce en la oscuridad el gusanillo. Un sapo vil, a quien la luz enoja, tiro traidor le asesta, y de su boca inmunda la saliva mortífera le arroja. La luciérnaga dijo moribunda: ¿Qué te hice yo para que así atentaras a mi vida inocente? Y el monstruo respondió: Bicho imprudente, siempre las distinciones valen caras: no te escupiera yo, si no brillaras.”
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